La indignación, que es el eje vertebrador del movimiento surgido el 15-M, lleva fraguándose a fuego lento tiempo atrás. Y no es una, la razón que ha provocado el detonante de todo lo que estamos viviendo estos días, sino una conjunción de injusticias, desarreglos y tropelías que han ido calando en el ciudadano de a pie hasta formar una tormenta latente que ha prorrumpido en estallido. Sin embargo, de buscar un germen habría que señalar la crisis económica global -aunque a la vista está que cincunscribir la crisis al ámbito económico es un error de bulto ya que afecta a muchos otros, sino a todos- como consecuencia lógica de un sistema voraz abocado a la desigualdad y esperemos que algún dia al fracaso. Este y no otro es el origen, y de esa carnicería devienen estos lodos que han provocado que los indignados pongan sobre la mesa de los chacales las pruebas evidentes de su insidioso desfalco.
La verdad es que a muchos nos sorprendía que el globo no hubiera reventado antes, pero en cualquier caso es de agradecer que grupos de gente bastante heterogénea (que poco a poco se han ido agrupando en Democracia Real Ya (DRY) o más genéricamente en el movimiento 15-M) plasmara su indignación y encontrara un medio tan idóneo como la red para expandir esta rabia. El éxito inicial de las reivindicaciones es incuestionable. A nadie se le escapa la repercusión internacional que ha tenido, siendo portada en periódicos extranjeros e incluso expandiendo la propuesta por un elevadísimo número de países. Pero creo, que es hora de volver a replantear el movimiento para evitar que no muera de viejo por sí mismo. Las acampadas en las plazas, que han sido el baluarte de todo un movimiento (con todo el esfuerzo que eso conlleva) deberían irse sustituyendo por otras estrategias y acciones de presión. Primero porque está perdiendo fuerzas y adeptos (el cansancio genera desavenencias que cada vez se pueden hacer más palpables) y segundo porque están surgiendo problemas lógicos, pero secundarios, y con esto me refiero al motivo por el que surgió, relacionados con la salubridad, comercios cercanos perjudicados, etc. que están siendo ya utilizados para críticas fáciles. Dicho esto, surge el gran dilema de qué camino escoger. Algunos, tienen muy claro que esto no tiene futuro si no se constituye en algo, sin estructura órganica (en partido político, en asociación, etc.) el movimiento perderá toda su fuerza. Esto choca evidentemente con los sectores más ácratas del 15-M (del que por cierto forman parte un nutrido grupo) ya que perdería su vocación asamblearia y por tanto se jerarquizaría. Opino que este eterno debate no lleva a nada. La "parálisis por el análisis" de los medios dificulta que se llegue a ningún fin. Me parece mucho más efectivo trabajar sobre esas propuestas de mínimos a las que se han llegado en asmbleas y a través del DRY, y dejar que el 15-M sea asesorado por expertos, como decía una portavoz (ya que cuando se debate en profundidad sobre determinados temas, la sensación de incoherencia o simplemente de estar perdidos por pura ignorancia es patente).
Por lo demás, y como decía antes contamos con un medio de difusión jamás visto hasta ahora, capaz de convocar de un día para otro a miles de personas. Centrémonos por tanto en trabajar sobre la base lograda, busquemos nuevas estrategias de presión para no perder la frescura inicial que ha caracterizzado al 15-M desde el inicio, y esperemos a los momentos oportunos para nuevas convocatorias sin ahogar el invento.