miércoles, 27 de julio de 2011

Ojos

 "En ocasiones, algunos individuos más o menos afortunados vislumbran claves ocultas, secretos de la vida a través de los ojos de esas mujeres. Llegan a conocer mejor el mundo y a ellos mismos gracias a lo que ven o creen ver en la mirada de ellas, y también en sus actitudes, sus palabras y especialmente sus silencios", de Arturo Pérez-Reverte en su Patente de corso.
"Un centelleo de la mirada. Qué expresión más maravillosa. De vez en cuando, he pensado que era lo mejor de la vida, esa pequeña incandescencia que ves en los ojos de la gente cuando descubre el encanto de algo, o su humor. <<La luz de los ojos alegra el corazón.>> Es indiscutible", de Marilynne Robinson en Gilead.

Leo esto recientemente y me subyuga, pues opino que la vida no es sino la lucha por no perder la llama que puebla nuestros ojos desde que nacemos.

jueves, 14 de julio de 2011

Obsesión por la educación



"Todos estamos condenados a nuestros semejantes, edúcalos o padécelos."

Marco Aurelio

Pues eso...

miércoles, 6 de julio de 2011

Una ventana abierta


Tras el espeso bosque, una ventana abierta donde sentarse a mirar...

El pelo, el pelo

Recuerdo ahora el momento exacto en que decidí dejarme el pelo largo hace ya unos cuantos años. Andaba paladeando el Mortal y rosa de Umbral: "El pelo, el pelo. El pelo era antorcha que lucía en la noche lírica de mi adolescencia. Ahora es una antorcha apagada que queda triste y estoposa en la claridad diurna de la lucidez adulta. Por mi pelo han pasado mareas y épocas. Un pelo es como un mar, un cabellera es un océano, una melena es agua que pasa, río en el que no se bañarán dos veces las manos desnudas de la mujer." Y en realidad lo que quería no era dejarme el pelo largo o mantenerlo, sino acercarme a ese bosque de letras, penetrarlo, fundirme en ese bioma de sintaxis y metáforas, alojarme en esa exactitud de palabra o al menos ser un animal colindante.
Después, una vez que por mi pelo han pasado mareas y épocas, o mejor dicho, después de que el otoño haya asolado mi cabeza, mantengo intacto el deseo, en cada copo de luz, en cada mañana, en cada tarde que se marchita sin que el viento pueda rozar siquiera las copas más altas del bosque.
 
Y todo, a pesar de ser "el interior de una lentísima manzana cayendo silenciosamente en el tiempo".