viernes, 30 de marzo de 2012

Diez mandamientos para no ser infeliz


En los tiempos que corren, cualquier momento es bueno para repasar lo aprendido sobre la felicidad. Extraído de Excusas para no pensar, de Eduardo Punset.

Diez mandamientos para no ser infeliz:

Primero. No intente ser feliz todo el rato. La felicidad es una emoción positiva universal y, como todas las emociones básicas, efímera. Ahora bien, cuando sienta ese gusanillo en su interior que le dice que se siente bien, dígaselo en voz alta a sí mismo: <<¡Estoy bien!>>.

Segundo. Intente disfrutar la preparación y la búsqueda de sus metas y objetivos. Haga como mi perra, que es más feliz cuando esta esperando la comida que cuando pone el hocico en el plato de cereales.

Tercero. La felicidad es, primordialmente, la ausencia del miedo. Aparte de su imaginación todo lo que le puede generar miedo e intranquilidad. Cabe una cierta ansiedad provocada por los preparativos, pero elimine los grandes miedos de su vida, por lo menos durante una temporada. Para perder el miedo a las cosas pequeñas hay que habérselo perdido a las cosas grandes, como la perspectiva de la muerte o la falta de trabajo.

Cuarto. Cuide los detalles y las cosas pequeñas en lugar de seguir obsesionándose por los grandes proyectos. Lo mejor que le puede ocurrir es que le echen en cara que el árbol no le deja ver el bosque. Pues muy bien, olvídese del bosque y disfrute del árbol.

Quinto. Las investigaciones más recientes demuestran que el nivel de felicidad aumenta con la edad. Sabíamos que nunca se es más feliz que durante los nueve meses de vida fetal. Lo que acabamos de descubrir es que el segundo periodo más feliz viene con la edad. Los recuerdos son más numerosos y la consiguiente ampliación de la capacidad metafórica y de la creatividad compensa largamente los procesos de pérdida neuronal.

Sexto. Concentre todos sus esfuerzos en disfrutar de aquello que más le guste: leer, jugar al tenis o al golf, hasta trabajar si le apetece. Todo, salvo aburrirse delante de la tele o en conversaciones sin sentido. Es importante sentir que le absorbe lo que está haciendo.

Séptimo. No desprecie a nadie. La antítesis del amor no es el odio, sino el desprecio hacia los demás. El sentimiento de desprecio implicaba la muerte en los tiempos primitivos y tendemos a subvalorar su impacto nefasto sobre nuestra vida emocional.

Octavo. Cuide sus relaciones personales. De todos los factores externos de la felicidad -como el dinero, la salud, la educación, la pertenencia a un grupo-, el que mayor impacto tiene sobre la felicidad son las relaciones personales. Procure no malograrlas. 

Noveno. Aproveche la capacidad que tenemos de imaginar -lo único que realmente nos diferencia de los chimpancés- para pensar en cosas bellas, en lugar de en desgracias. No tiene sentido la capacidad de la mayoría de la gente para hacerse infeliz imaginando.

Décimo. Durante el invierno no paramos de invertir en nuestro futuro o en el de los seres queridos. No nos queda tiempo para gastar en nuestro propio mantenimiento. Hay un exceso de inversión y un déficit de mantenimiento. Aproveche las vacaciones y el tiempo libre para invertir menos y colmar el déficit de mantenimiento de uno mismo.

jueves, 29 de marzo de 2012

Huelga general

El pasado 31 de Enero Mariano Rajoy vaticinaba ante su homólogo Finlandés que "La reforma laboral me va a costar una huelga general". Hoy día 29/03/12 se lleva a cabo dicha huelga en contra de una reforma laboral que revienta el sistema de garantías jurídicas de los trabajadores. 
En Finlandia donde gobierna el conservador Jyrki Katainen (que fue precisamente el receptor del oráculo de Rajoy sobre la huelga) se aprobó hace unos días una reforma en la que se han tomado medidas para proteger a los trabajadores y a los desempleados.
Las diferencias entre ambos países hacen que las comparaciones sean inviables. Aún así es evidente que la gestión de la crisis se puede afrontar de muy distinta forma... 

miércoles, 28 de marzo de 2012

Los siete samurais


Los siete samurais (1954). D.: Akira Kurosawa

La música callada. La soledad sonora.



Incluyo hoy este enlace de la bitácora de Leonardo Gil Gómez, en la que hace aproximadamente un año dedicó un homenaje al Jazz-poesía, basándose en la antología preparada por el poeta Federico Díaz Granados para la celebración del 10ª Festival de Jazz y Música del Mundo de Manizales, en el año 2008 y titulada La música callada. La soledad sonora. Disfrutenlo.

Primavera en el Jardín Botánico






Una explosión muda...

martes, 27 de marzo de 2012

miércoles, 21 de marzo de 2012

Día mundial de la poesía




LUNA Y PANORAMA DE LOS INSECTOS


Mi corazón tendría la forma de un zapato

si cada aldea tuviera una sirena.
Pero la noche es interminable cuando se apoya en los enfermos
y barcos que buscan ser mirados para poder hundirse tranquilos.

Si el aire sopla blandamente

mi corazón tiene la forma de una niña.
Si el aire se niega a salir de los cañaverales
mi corazón tiene la forma de una milenaria boñiga de toro.

Bogar, bogar, bogar, bogar,

hacia el batallón de puntas desiguales,
hacia un paisaje de acechos pulverizados.
Noche igual de la nieve, de los sistemas suspendidos.
Y la luna.
¡La luna!
Pero no la luna.
La raposa de las tabernas,
el gallo japonés que se comió los ojos,
las hierbas masticadas.

No nos salvan las solitarias en los vidrios,

ni los herbolarios donde el metafísico
encuentra las otras vertientes del cielo.
Son mentira las formas. Sólo existe
el círculo de bocas del oxígeno.
Y la luna.
Pero no la luna.
Los insectos,
los muertos diminutos por las riberas,
dolor en longitud,
yodo en un punto,
las muchedumbres en el alfiler,
el desnudo que amasa la sangre de todos,
y mi amor que no es un caballo ni una quemadura,
criatura de pecho devorado.
¡Mi amor!



Ya cantan, gritan, gimen: Rostro. ¡Tu rostro! Rostro.

Las manzanas son unas,
las dalias son idénticas,
la luz tiene un sabor de metal acabado
y el campo de todo un lustro cabrá en la mejilla de la moneda.
Pero tu rostro cubre los cielos del banquete.
¡Ya cantan!, ¡gritan!, ¡gimen!,
¡cubren! ;trepan! ¡espantan!

Es necesario caminar, ¡de prisa!, por las ondas, por las ramas,

por las calles deshabitadas de la edad media que bajan al río,
por las tiendas de las pieles donde suena un cuerno de vaca herida,
por las escalas, ¡sin miedo! por las escalas.
Hay un hombre descolorido que se está bañando en el mar;
es tan tierno que los reflectores le comieron jugando el corazón.
Y en el Perú viven mil mujeres, ¡oh insectos!, que noche y día
hacen nocturnos y desfiles entrecruzando sus propias venas.

Un diminuto guante corrosivo me detiene. ¡Basta!

En mi pañuelo he sentido el tris
de la primera vena que se rompe.

Cuida tus pies, amor mío, ¡tus manos!,

ya que yo tengo que entregar mi rostro,
mi rostro, ¡mi rostro!, ¡ay, mi comido rostro!

Este fuego casto para mi deseo,

esta confusión por anhelo de equilibrio,
este inocente dolor de pólvora en mis ojos,
aliviará la angustia de otro corazón
devorado por las nebulosas.

No nos salva la gente de las zapaterías,

ni los paisajes que se hacen música al encontrar las llaves oxidadas.
Son mentira los aires. Sólo existe
una cunita en el desván
que recuerda todas las cosas.
Y la luna.
Pero no la luna.
Los insectos,
los insectos solos.
crepitantes, mordientes. estremecidos, agrupados,
y la luna
con un guante de humo sentada en la puerta de sus derribos.
¡¡La luna!!

New York. 4 de enero de 1930